ENTRE USTED Y YO ¿HAY DIFERENCIA?
REPARTO
Nadie puede afirmar con propiedad, pero se dice que Coca cuanta más de cuarenta y menos de
sesenta. Casi nadie conoce que su verdadero nombre es Lourdes; llamada así por su madre,
empleada de una estancia, quien murió cuando ella contaba cuatro años. (Este dato se lo debemos a
un peón, pero no está seguro si tenía cuatro o seis años. Los años desfiguraron la cifra). Se comenta
que su padre era el hijo del patrón.
Criada por su abuela, cocinera de la estancia, vivió u infancia que no supo distinguir de la pubertad
y la juventud. Cuando empezó la escuela, vino con su abuela a la cuidad. Esta la consentía en
gustos, como princesa pobre, haciendo costuras y limpiezas. Su temprano ímpetu hormonal hizo
que Coca se destacara por su figura y simpatía.
A la muerte de su abuela, el marido de una vecina la llevó a trabajar en un cabaré, donde terminó
viviendo en el altillo. Con algun sufrimiento al principio, poco a poco sosegó el instrumento y fue
descifrando el oficio. Allí se siente deseada e importante. Admiradora de la Coca Sarli, sabe de
memoria varios parlamentos de la actriz. Le hubiera gustado ser cantante.
Abandonó el cabaré un par de años para irse de contubernio con un milico raso. Cansada del
maltrato, a los pocos meses, volvió a su castillo (A los días el milico apareció muerto por
envenenamiento). Nunca confesó su amor eterno por Julio, un joven moreno golondrina, mucho
mayor que ella, que frecuentaba la estancia.
Le teme a la oscuridad y delira a la noche con voces que la nombran.
Es muy creyente y supersticiosa; guarda un rosario entre sus ropas.
De su infancia recuerda pocas cosas, sin sorpresas ni sobresaltos: le gustaba jugar a los cowboys
donde siempre era el malo, le gustaban las revistas El Tony, Dartagnan, Nippur, etc. Las prefería a
los libros. Coleccionaba todas las figuritas pero la de los titanes en el ring eran sus preferidas; sus
luchadores favoritos, la Momia y Tufic Memet.
No fue bueno en la escuela; apenas aprendió lo indispensable, leer, escribir. Le gustaba resolver
problemas con números, acertijos, laberintos, juegos de ingenio. En el truco era imbatible, ganaba
siempre e hizo fama de buen mentiroso.
Pero su vida empezó cuando se descubrió plena y vivo en pequeños robos: caramelos, frutas,
porquerías en la feria, en los almacenes; quizás sólo para saber que podía hacerlo sin ser
descubierto. Lo suyo era la menudencia, pequeños delitos. Después se dedicó al juego: naipes, la
taba, la quiniela, caballos. El trabajo nunca fue uno de sus horizontes. Dicen algunos que es tira de
los milicos.
Se fue quedando sin familia ni amigos. No era confiable y fue derivando hacia los bordes: de la
ciudad, de lo legal, de la sociedad, de la humanidad, se llegaría a decir. En los bordes lo aceptaron,
no exigían demasiado. Nunca supo del cadalso ni la prisión. Vivió con unas cuantas mujeres,
prostitutas o desesperadas, que le pagaban los vicios, para tener un hombre a su lado. Todas lo
abandonaron.
Tiene una confusa pátina de maldad, una perversión agazapada en los ojos. Algunas mujeres no se
atreven a contar ciertas prácticas amatorias que ejerce y obliga a sus parejas circunstanciales.
Terminó viviendo en prostíbulos y cabarés de mala muerte, desempeñandose como
alcahuete,cantinero, mandadero, etc.
Desheredado por su familia, de medio pasar, nunca le importó la comodidad.
Mecánico de profesión, su especialidad eran las chatas con rulemanes. No puede ocultar cierto
amaneramiento, o delicadeza en los gestos, que siempre trató de ocultar detrás de una fachada
prolijamente recia.
Trabajó en la construcción de la Represa de Salto Grande, donde estableció contactos y amistades
con gente de distintos países. Allí se dio cuenta que el mundo es largo y ancho, y que el espesor
depende de su capacidad de escrutar la vida.
Vivió un tiempo en Concordia (Entre Ríos) junto a una prostituta que conoció durante las noches
libres en el obraje; con ella tuvo dos hijos a los que construía objetos mecánicos ingeniosos. Puso
un negocio particular que le permitió comprarse ropas y joyas baratas, mientras forjaba una imagen
acorde a su actividad de proxeneta de medio pelo. Posteriormente optó por vestirse más formal para
vincularse a otros ambientes pero sus modales no pueden obviar su pasado de peleas territoriales y
burdeles.
Siempre se las ingenió para que otros materializaran sus acciones. Es fama que en estas lides ha
ajusticiado a algún lumpen que intentó forzar sus límites.
Actualmente se lo ve sin un lugar fijo. Su apariencia es de una leve prolijidad. Camaleónico y
audaz, en situaciones límites sigue reaccionando violentamente, especialmente hacia las mujeres. Se
masturba recordando las noches de burdel, las orgías y las peleas que otros peleaban por él. Nunca
dejó de ir a misa.
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